miércoles, 30 de abril de 2008

AL ENCUENTRO DE LA VIDA Luis Rocha

END - 20:14 - 02/04/2008

El de Managua y el de Masatepe decidieron hacerle una visita al famoso Chocoyito Chimbarón, en su adoptada Masaya, donde convalece de un derrame cerebral del que, para alegría de sus amigos, se recupera satisfactoriamente a pesar de que le impusieron la “Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío” hace muy poco. Convalece y se recupera gracias a los amorosos cuidados de su “Doña Marina”, quien se siente como si estuviera “criando” cuando lo pasa mimando todo el santo día. Al Dr. Wilfredo Álvarez Rodríguez le encajó Chocoyito Chimbarón el finado e inolvidable Dr. Sergio Martínez Ordóñez, “El Conchudo”, en los tiempos en que Wilfredo trabajó en el Hospital Militar “Alejandro Dávila Bolaños” y tenía que vestir uniforme verde olivo, pareciéndose así, con su protuberancia abdominal, al Chocoyito Chimbarón de un programa de televisión. Pero Wilfredo, vale la pena recordar, además de prestigioso médico y maestro de generaciones, fue uno de los tres integrantes de “Los bisturises armónicos”, junto con los doctores César Zepeda Monterrey, ya fallecido, y César Ramírez Fajardo, galenos a quienes Nicaragua les estará por siempre agradecida, ya que montaraces, cazadores y bohemios, en sus expediciones por todo el país rescataron y recrearon gran parte de nuestro folklore musical, como lo evidencian esos dos Long Play que llevan por títulos “Son tus Perjúmenes Mujer” y “Eva de Amor”.Chinandegano de nacimiento, además de lo ya dicho es pintor y ha sido profesor de pintura en la Escuela de Bellas Artes. “El chorreador de asfalto y otros cuentos”, publicado el año pasado, lo consagran como un excelente cuentista. Lo encontramos muy orondo, descansando en su silla, acompañado, además de por Doña Marina, por sus contemporáneos y amigos de todos, los doctores Fernando Silva y César Ramírez. Estaba César Ramírez tarareando algunas coplas del “Pañuelito”:Quisiera ser zapatitoy calzar tu lindo piepara ver desde abajo lo que el zapatito ve.Entonces el de Managua metió su cuchara: Recientemente el Ingeniebrio Noel Vargas y su esposa Maritza pasaron la semana santa en las despaladas montañas de Chontales, en donde ya incluso los caballos han sido sustituidos por las bicicletas, y alguien estaba cantando esta copla que dijo pertenecía al “Pañuelito”:Quisiera ser monturitacuando andás en bicicleta.Encima de mí pedaleandote ves de lo más coqueta.César Ramírez inmediatamente apuntó la letra y se la guardó en su bolsillo, para después pasar a recordar viejos tiempos y estrenos de canciones que hicieron furor en Nicaragua y el mundo. Era la década del setenta y en plena dictadura de Somoza reunirse en nuestras casas para saborear el folklore recién descubierto o las recién paridas canciones de Carlos Mejía Godoy, era como oxigenarse con creatividad y alegría. Sergio Morazán y su Vidaluz quieren recordar, repitiéndolos de alguna forma, aquellos tiempos en que a las cuerdas de las guitarras se unían rones y aromas de venados, cusucos y guardatinajas. Asados nocturnos fronterizos con las madrugadas, con invitados como los Soñadores de Saraguasca y siempre que puedo menciono a Olga Molina Oliú, animadora y consentidora infatigable de aquellas noches musicales, gastronómicas, bohemias, espirituosas y espirituales a las que también asistía Pablo Antonio Cuadra, premiado con la musicalización que Carlos Mejía Godoy hizo de sus poemas de Cifar. Claro que la Olga Molina Oliú contaba con la complicidad y el apoyo de César Amador Kühl, a quien aquellos desvelos le infundían vigor. Visitante, aunque esporádico por sus ocupaciones políticas, también lo fue Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. La figura llena de picardía de César Ramírez Fajardo emergía en la oscuridad agitando las maracas, mientras César Zepeda Monterrey, alias Chunchón y Wilfredo Álvarez, en perfecta sintonía y sincronización, cantaban. Aquellas esperadas reuniones en las que se iba al encuentro de la vida, se multiplicaban donde Chale Mántica, el Señor Gobernador Tastuanes, en donde no faltaban Erwin Krügger y el vino de nancites.Dicen que a César Zepeda Monterrey le pusieron Chunchón, no únicamente por su estatura, sino porque todas sus cuñadas, de origen y apellidos chinos, eran, con la excepción de su esposa, casadas con chinos. De manera que el calificativo de Chunchón, además de hacerle justicia a su figura, podía pasar como un nicaraguanizado apellido chino. Todos recordábamos con nostalgia aquel tiempo pasado, junto con Wilfredo Álvarez en Masaya. Rico se sentía saborear aquellos recuerdos. Era como si una vez más hubiésemos ido al encuentro de la vida.

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